jueves, 18 de abril de 2013

Patada voladora (dibujos de Marco Tóxico, David Paleo, Javier Fábregas y Jon Vaughn)

Marco Tóxico, dibujante boliviano groso-groso, estuvo en Buenos Aires y las chicas del grupo Piñas (Juana Neumann, Muriel Bellini, Adriana Lozano y Sofía Alvarez) tuvieron la buena idea de montar una muestra invitando, además de a Marco, al argentino David Paleo, al colombiano Javier Fábregas y al canadiense Jon Vaughn. El resultado fue una combinación interesante, en una expo que duró sólo un día y de la que apenas quedan confusos recuerdos (mucho alcohol...) y este video, exclusivo para los seguidores de Hipercríticos.


http://www.youtube.com/watch?v=BLFNJPiXB6M

miércoles, 13 de marzo de 2013

Jef Aerosol en Recoleta


Les ofrecemos un video que hicimos sobre una de las intervenciones del stencilero francés Jef Aerosol en el Centro Cultural Recoleta, en febrero de 2013. Queda para la próxima entrada un análisis sobre la actualidad del arte callejero (street art, para algunos), particularmente sobre artistas que son contratados por gobiernos y empresas para realizar sus obras, lo que en la mayoría de los casos lleva a la pasteurización y al alejamiento del concepto transgresor y políticamente comprometido que debería entenderse como esencial para este movimiento.
Por ahora les ofrecemos un link a un artículo de Ernesto Gutiérrez Ezcurra publicado en 2007, sobre este mismo tema, en el blog amigo Culturamma. Un tema que renueva su vigencia.

http://culturamma.blogspot.com.ar/2007/08/arte-callejero-o-street-art.html


Jef Aerosol en Recoleta

viernes, 3 de septiembre de 2010

Controvertido Berni


Exposición en el Museo Nacional
de Bellas Artes





Quizá los que conozcan la obra de Antonio Berni no se lleven gran sorpresa al visitar la muestra que puede verse en el Museo Nacional de Bellas Artes (Av. del Libertador 1473). Pero los que no han tenido la oportunidad de observar personalmente la producción de este artista clave del siglo XX tienen la oportunidad de apreciar treinta de sus obras más emblemáticas, desde algunas de los años '30 hasta la que quizá sea la última pintura que concluyó, en 1981, el año de su muerte.

Una idea simple orientó la curaduría de la muestra: el agrupamiento en conjuntos de obras que permiten apreciar las distintas etapas del pintor, tanto en sus propuestas formales como de contenido, haciendo eje, sobre todo, en el carácter político de su producción en general, en vinculación con las distintas fases de una sociedad en permanente -y veloz- transformación. Así, con cierto ordenamiento cronológico, se pueden ver obras de su primera madurez, la mayoría retratos, y luego pasar a sus grandes pinturas con influencia del muralismo mexicano (y del "realismo socialista" de raigambre stalinista, vale acotar), que Berni tradujo en grandes telas de arpillera, a falta de los muros donde pintar, que la dictadura de entonces negaba a los artistas (a diferencia de México, donde el muralismo fue incluso financiado por el Estado). Entre estas obras de tamaño monumental se encuentran "Manifestación" y "Desocupados", en las cuales se evidencia, efectivamente, un interés declaradamente político y una conexión con la problemática popular, pero hay en ellas un desencanto y una desazón (sobre todo en "Desocupados") que cuesta ver tras el pincel del artista una persona convencida de la necesidad de luchar y comprometida con la posibilidad del triunfo. Cuesta encontrar en toda la producción de Berni alguna representación de un trabajador como sujeto activo. Víctimas sufrientes, sí; sublevados, no.
Mucho se ha dicho y escrito sobre las posiciones políticas de Berni, cuya adscripción al PC signó buena parte de su trayectoria, en desmedro de un talento artístico indiscutible que se vio encorsetado por el conservadurismo político y –ergo– expresivo del stalinismo, que lo llevó a oponerse (sobre todo hasta los '50) a los grupos de artistas más cercanos a las ideas de cambio y revolución. Pero este conservadurismo se verá quebrado, en el plano de lo estético, a partir de la década del '60, en un apasionante proceso que Berni hace de rompimiento con su obra previa, tras sufrir un grave ataque cardíaco y ya acomodado social y económicamente como artista de renombre y fortuna (se había casado con la hija de un terrateniente, en cuya mansión vivía), lo que le permitió liberarse de la “generosa” tutela partidaria.
Son famosas sus series de Ramona Montiel y Juanito Laguna, en las que Berni se lanza a la experimentación con materiales de desecho, afiches publicitarios, basura... entre otras producciones en las cuales tira por la borda el realismo y el conservadurismo formal que lo habían limitado hasta entonces. De estas series se puede ver en la muestra del MNBA una acertada síntesis, que permite acercarse a los últimos 20 años de la producción de Berni, cuya vida culminó en el momento cumbre de sus contradicciones, en plena dictadura de Videla. Según denuncia Fernando García en su libro Los ojos, vida y pasión de Antonio Berni –en base a testimonios de José Luis Sebreli, entre otros–, en este período, quien era el artista más reconocido de la izquierda apoyó por lo bajo el "proyecto político" de Emilio Massera. El almirante. Nada menos.

E.G.E.

viernes, 27 de agosto de 2010

El saxo más alto


Hace 90 años nacía Charlie Parker

Cuando en 1959 Julio Cortázar publica El perseguidor, en su libro Las armas secretas, hacía cuatro años que Charlie Parker había muerto, mientras miraba televisión. Nacido el 29 de agosto de 1920, el saxofonista más famoso hubiera cumplido, hoy, nueve décadas.
Dicen que el primer médico que vio su cuerpo sin vida pensó que se trataba de una persona de 60. Charlie tenía 35. Una vida breve, marcada por el dolor y la droga (heroína, la white trash que tantos artistas se llevó), que sin embargo no le impidieron dar nacimiento y desarrollar, junto a genios como Dizzi Gillespie, uno de los estilos de jazz que marcarían la música de allí en más: el bebop.
Sobre las creaciones de Parker, escribe Cortázar en El perseguidor, hablando del alter ego del saxofonista, Johnny Carter: “Este jazz desecha todo erotismo fácil, todo wagnerianismo por decirlo así, para situarse en un plano aparentemente desasido donde la música queda en absoluta libertad, así como la pintura sustraída a lo representativo queda en libertad para no ser más que pintura”.
El bebop, generado durante la década de los 40, forzará los límites del swing –estilo del cual deriva– para ofrecer una música mucho más libre y frenética, pura energía y velocidad, que contrastará con los esquemas clásicos del jazz, incluidos sus exponentes más osados, haciendo énfasis en el “delirio improvisatorio”.
En ese entonces y por largos años, la cadencia hipnótica del bebop daría ritmo y melodía a las búsquedas, las aventuras de lo que se dio en llamar la Generación Beat, la contracultura de los 50, prolegómeno de los convulsionados 60 y la psicodelia.
Dicen que el arte anticipa fenómenos sociales que luego se cristalizan en el resto de los planos. Quizá podamos ver en el bebop el inicio de una ruptura de formas que estallaría en los años siguientes, de diferentes maneras.
El fenómeno –descripto por Cortázar– se empezó a cocinar en Nueva York, “cuando Johnny (léase Ch. Parker) se hizo famoso de la noche a la mañana simplemente porque alguien le dio la oportunidad de reunir a cuatro o cinco muchachos a quienes les gustaba su estilo, y Johnny pudo tocar a sus anchas por primera vez y los dejó a todos asombrados”. Agrega Cortázar, respecto de los años 1948-1950, cuando el nuevo estilo se impuso en la vanguardia musical de N.Y., para luego extenderse a París y las grandes ciudades de Europa: “Fue como una explosión de la música, pero una explosión fría, silenciosa, una explosión en la que cada cosa quedó en su sitio y no hubo gritos ni escombros, pero la costra de la costumbre se rajó en millones de pedazos y hasta sus defensores (en las orquestas y en el público) hicieron una cuestión de amor propio de algo que ya no sentían como antes. Por que después del paso de Johnny por el saxo alto no se puede seguir oyendo a los músicos anteriores y creer que son el non plus ultra; hay que conformarse con aplicar esa especie de resignación disfrazada que se llama sentido histórico, y decir que cualquiera de esos músicos ha sido estupendo y lo sigue siendo en-su-momento. Johnny ha pasado por el jazz como una mano que da vuelta la hoja, y se acabó”.
El 10 de marzo de 1955 moría Charlie Parker, tras 35 años de una vida que nos gusta recordar en estas fechas, con la celebración de su nacimiento, cuando en Kansas City, en el seno de una familia negra humilde, comenzaba a volar el entrañable “Bird”.


EGE